
Al despertarme por la mañana pondré mi atención en el nuevo día, en las cosas que he de hacer antes de que el reloj marque la media noche, en mis responsabilidades y me valoraré con cariño, pues soy importante y este "hoy" es importante para mi.
Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener, hoy puedo quejarme porque el día está lluvioso, o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están recibiendo este agua bendita.
Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero, o puedo estar contento porque mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme porque estoy vivo.
Hoy puedo entristecerme por todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo, o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas, o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.
Hoy puedo enfadarme porque tengo que ir a la escuela, o puedo estudiar y abrir mi mente enérgicamente y llenarla de nuevos y ricos conocimientos.
El día se presenta ante mí esperando a que yo le de forma, y ¡aquí estoy yo!... su escultor.
Lo que suceda hoy depende de mí, de nadie más. Yo debo escoger qué tipo de día voy a tener.
Recuerda con emoción todo eso... Ten un gran día... Dios te lo regala...
Disfrútalo.
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