Esmerarse en el buen trato a los demás es algo que dice mucho de la persona, aunque a veces no tengamos ganas de ese "trato", pueden ser muchas las causas, desde el querer estar solos, hasta aquello de que "no me cae bien" ese tipo. De todas maneras ya en sí el esfuerzo es valorado, por uno mismo y por Dios (para los creyentes). Pero podemos pensar que no somos sinceros, que guardamos una apariencia. ¿Y ahora qué...?
Bien, no tiene por qué ser hipocrita una actitud respetuosa y amable, sea con quien sea, aunque no queramos nada mas allá con esa persona.
Si dejo lugar en mi corazón aunque sea a una única posibilidad de "aceptar" al otro tal y como es, sin querer ni intentar que se adapte al patrón que a mi me gusta, puede ser que mi visión de ellos sea diferente. Entonces ya no considero mi comportamiento poco sincero, sino tolerante y paciente, dejando fluir los acontecimientos, tanto para seguir tratando a las personas como para dejarlas ir por su camino aunque no vuelva a encontrarme con ellas.
Para mi es peor cerrarse a esa posibilidad, eso es una actitud egoista.
La bondad transforma el corazón.
3 comentarios:
La tolerancia , bendito tema, la has puesto difícil amiga, reconozco que me supera, desde el tránsito, la fila en el banco, la opinión de un compañero, etc
Saludos y admirando a los tolerantes, de los cuales me considero un humilde alumno
Cierto, Ignacio, acoger es más dificil. Creo que es un don en sí y que se puede cultivar para que crezca.
besos
Ay Juan Carlos también me considero "aprendiza" de tolerante, y que me queda tanto camino.
Pero ya es algo saber que estamos en ello.
Un saludo con cariño
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