¿Eres de los que cree que Dios nos habla de vez en cuando, solo cuando quiere algo de nosotros?
Pensando en eso, me parece que estamos esperando que algo espectacular ocurra, que haya una señal de Dios tan clara que nos haga decir "oh Señor, que maravillosa es tu voz, tu presencia y tus acciones, pues las estoy viendo ahora"
y pasan los días y no ocurre nada especial, no redoblan los tambores ni suenan campanillas celestiales, no me veo donde Dios quiere que yo esté ni rodeaada de querubines...
pasa el tiempo y sólo tengo el día a día, discreto y sencillo, sufrido o alegre, lo de siempre.
Pero el que espera que Dios le hable a través de signos y situaciones extrañas es que, en el el fondo, no cree que Dios le esté hablando cada día de su vida.
Su relación con nosotros debe ser de verdader amistad, eso me han dicho, pero qué pasa si no lo siento como tal.
Queremos que Dios grite pero no que cure nuestra sordera, queremos ver mas allá pero no que cure nuestra ceguera...
Es en las pequeñas cosas dónde El se encuentra, en cada momento que vivimos con nuestra familia, amigos, compañeros, desconocidos que se cruzan por el camino.
El es un amigo de verdad, esto nos dice:
"Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.”
Bueno, creo que se ha perdido tanto el sentido de la amistad que parece una relación “de segunda” .
Leemos lo que Dios nos dice y no nos asombra que nos llame "amigos"... ¿ por qué ? ....
Por un amigo, uno de verdad, se dejan compromisos, negocios, comodidades y planes propios. Todo eso se hace sin pedir nada a cambio, sin preguntarnos qué vamos a ganar y, en la verdadera amistad, sin que haga falta que nos lo pidan.
Con un amigo nos encontramos bien, aunque estemos sufriendo juntos, pues nos tenemos el uno al otro.
Con Dios, no hay señales especiales y espectaculares, y sí una relación tan grande y verdadera que sólo en la confianza, el afecto, la comprensión, incluso el más sonoro de los silencios... El está, estamos, nos tenemos, nos sabemos...
así, en cada segundo de nuestra vida el sentido por el que vivimos se hace señal y amor incondicional, hacia dentro y hacia fuera, porque El lo llena todo hasta desbordar...
Puede que tardemos en comprender, sentir o vivir esta relación especial, pero sé que El no falla y cumple su parte.
un beso
1 comentario:
Un hombre lleno de fe, clama al cielo por su niña moribunda… ¡Dios mío, una palabra tuya bastará para sanarla!... Un transeúnte al verlo le dice: Deja de gritar y llévala al hospital. Otro le habla: vamos, levántate que los llevo al sanatorio. Pero aquel hombre seguía rogando: “Te suplico Dios mío un milagro para mi hija” Un tercer transeúnte le dice: “Soy médico, déjeme revisar a la niña”, pero el hombre lleno de fe le dice: “Gracias doctor, pero no puedo dejar que Ud. la revise, porque Dios salvara a mi hija”.
Finalmente (y para no extenderme), la niña muere… el hombre reclama al cielo: ¿Por qué no escuchaste mis ruegos? ¿Por qué me abandonaste si siempre creí en ti? ¿Por qué la dejaste morir? ¿Por qué? ¿En que te fallé?”… Aquel hombre nunca comprendió que el primer transeúnte le dijo lo que tenía que hacerse, el segundo ofreció llevarlo y el tercero ayudarlo en el mismo lugar y a los tres los rechazó. A ellos los enviaba Dios.
Cuando pedimos ayuda a Dios no esperemos que venga Él en persona. Hay muchas formas como Dios nos envía señales de amor y amistad, de respuesta y solución. La mano de Dios puede venir a través de cualquier persona, inclusive de un extraño, de cualquier manera o desde cualquier lugar, pero siempre llega, solo hay que saber aguardar el momento y recibirlo con gratitud.
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