Acabo de leer un salmo... y la reflexión que hacía un sacerdote sobre el mismo.
Trata de las palabras, las que oimos todos los días... tantas palabras vacías, tantas opiniones dispares, que critican, que dañan... palabras agresivas, no necesariamente dirigidas a uno mismo, otras que son falsas, embaucadoras, triviales, pesimistas... otras que malinterpretan y llevan a confusión... tantas y tantas...
¿Qué escudo hay que llevar encima para que no nos traspasen el alma?
Pues el salmo daba la clave: la Palabra de Dios.
Ese es el escudo, la fuerza, la salvación... Palabras de vida
Ahora si transcribo esas palabras:
"La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién podrá dominarnos?"
Y luego me vuelvo, Señor, a tu Palabra. Tu Palabra es una y eterna, tu Palabra crea y da vida. Tu Palabra me llega, firme y vivificante, en las páginas de tu Libro, en el silencio de mi corazón, en los cantos de tu liturgia y en la encarnación de tu Hijo......... La contemplación de tu Palabra es mi refugio y refrigerio en medio de la avalancha de palabras falsas que me inundan todo el día. Tu Palabra es mi salvación.
"Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga,
refinada siete veces."
Y que bien poder cantar "Tu Palabra me da vida, confío en ti, Señor"
y que bien nos hace para rechazar a aquellas que tergiversadas pueden hacernos daño, e incluso perdonarlas.
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